Los cuidados de la vaca y el ternero tras el parto
El parto de la vaca y el nacimiento del ternero es un proceso natural que, normalmente, se lleva a cabo sin ayuda. Sin embargo, en los momentos posteriores al parto hay factores importantes que se deben atender adecuadamente, por ello, el ganadero tiene un papel decisivo y su atención puede ser crucial.
Es necesario que personal adecuado (ganadero y veterinario) observen las condiciones de la vaca y del becerro para determinar si requieren de atención especial. Las actuaciones tardías o escasas, así como precipitadas o desmesuradas, pueden poner el peligro la vida de los animales.
Tal y como nos indica uno de nuestros clientes “La observación cercana y constante es imprescindible, por si la vaca tiene dificultades, o es primeriza. Las novillas, tienden a tener más problemas que las vacas más viejas y necesitan más atención durante el parto”.
Estos momentos son delicados. En ocasiones surgen imprevistos que requieren priorizar la atención del ganadero sobre otras tareas diarias básicas de la explotación.

A continuación veremos cuáles son los principales cuidados de la vaca y el ternero tras el parto y cómo un mayor control de la explotación puede ayudar a una mejor gestión para optimizar los recursos disponibles.
Uno de los principales cuidados es que la vaca, después de parir, debe beber gran cantidad de agua. El agua tibia hidrata al animal, calma su sed, abre el apetito, y aumenta el volumen del rumen, que se reduce antes del parto. Si la vaca no quiere beber, es una señal de alarma de que algo podría no ir bien.
Después de atender los primeros cuidados del ternero, y con las medidas de higiene adecuadas, se debe revisar el área genital de la vaca.
Es fundamental detectar posibles lesiones que podrían dejar a la vaca con graves molestias o, incluso, estéril.
Una vez finalizado el parto la placenta saldrá naturalmente. Si permanece en el útero 24 después horas podría provocar una infección.
Asimismo, se debe vigilar muy de cerca el comportamiento y el estado de la vaca y controlar regularmente su temperatura.
Por el otro lado, en los cuidados relativos al ternero tras el nacimiento, debemos tener en cuenta lo siguiente:
Los primeros minutos de vida de vida del becerro son todo un desafío ya que el recién nacido tiene que adaptarse al ambiente externo fuera del útero.
La madre lamerá a su cría para activar la circulación y la respiración, y le dará protección y nutrición por lo que ya proporcionará, de forma natura al ternero, la vitalidad que necesita.
Aunque no lo parezca, el cuidado humano puede suponer un importante apoyo en esta fase. Nada más nacer, se debe recostar al ternero sobre abundante paja limpia, recubrirlo, y darle un vigoroso masaje con el mismo material para estimular su circulación.
También resulta recomendable que se vierta agua fría sobre la cabeza del recién nacido, y se pellizca el tabique nasal, para eliminar posibles líquidos y estimular la respiración.

El ternero nace sin anticuerpos, por ello, es vital que el ternero beba calostro en las 6 primeras horas. La leche de calostro, producida por la madre después del parto, está enriquecida con los anticuerpos necesarios para dar inmunidad natural al ternero y que, de este modo, pueda protegerse ante enfermedades o infecciones como la septicemia, la diarrea o la gripe de los terneros.
La curación del ombligo se debe hacer el mismo día o al día siguiente del nacimiento del ternero, debido a que es una puerta de entrada de bacterias que causan distintas enfermedades. El protocolo incluye cortar, desinfectar, proteger y revisar el área umbilical con las medidas sanitarias de higiene adecuadas.
La desparasitación es otra de las atenciones básicas que requiere el ternero recién nacido en las primeras horas, con el fin de evitar los parásitos que puedan afectar al sistema digestivo o pulmonar, aún frágil.
La observación es crucial desde el primer momento. Especialmente cuando el parto se da en zonas remotas, con escasa visibilidad o de difícil acceso, ya que las crías pueden desorientarse y exponerse a peligros como accidentes, temperaturas extremas o ataques de depredadores.